Misericordia/57
La Palabra de Dios
* El amor de Dios nos urge, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron. Y murió por todos a fin de que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (…). Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.
Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió con Él por medio de Cristo y nos confirió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo, sin imputarle sus delitos, y puso en nosotros la palabra de reconciliación. Somos, pues, embajadores en nombre de Cristo, como si Dios os exhortase por medio de nosotros. En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con Dios. A él, que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que llegásemos a ser en él justicia de Dios.
Como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: “En el tiempo favorable te escuché, y en el día de la salvación te ayudé”. Mirad, ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.- 2 Cor 5,14-6,2.
Las palabras de los hombres
Dios, que sabía que no estamos reconciliados, que veía que tenemos algo contra él, se levantó y salió a nuestro encuentro, aunque sólo Él tuviera la razón. Salió a nuestro encuentro hasta la cruz, para reconciliarnos. Esto es gratuidad: la disponibilidad a dar el primer paso, a ser el primero en salir al encuentro del otro, a ofrecerle la reconciliación, a asumir el sufrimiento que implica renunciar a tener la razón. No ceder en la voluntad de reconciliación. Dios nos ha dado ejemplo de ello.- Benedicto XVI, discurso, 21/12/2009.
Explicación de todo este lío:
https://soycurayhablodejesucristo.wordpress.com/2016/07/12/aviso-a-navegantes-otra-de-misericordia/