Con flores a María-30 de mayo
Nuestro divino Salvador […], aunque no haya permitido que [María] estuviese en la Cena para ser hecha visiblemente sacerdote, quiso que estuviera en el Cenáculo para allí recibir el espíritu y la gracia apostólica. Por lo cual daba a entender a la Iglesia que jamás sería renovada sino por la participación del espíritu de María; espíritu que, según San Jerónimo, no lo recibió Ella con medida, como los discípulos y apóstoles, sino en su plenitud… Así, el día de Pentecostés, María vino a ser, por la virtud del Espíritu Santo, como el depósito de todos los beneficios y de todas las riquezas de la gracia. Ella es el candelero con siete brazos que alumbra todo el templo de Dios, y lo esclarece por la difusión de los dones y luces de que está llena.
Jean-Jacques Olier, cit. (con alguna más referencia) por J. Arintero, O. P., en Crónica del Primer Congreso Mariano-Montfortiano, celebrado en Barcelona el año 1918, Totana (Murcia): El Mensajero de María, 1920, p. 286; no es literal.